LA REVELACIÓN
Tras un largo y fructífero año y medio,
Caicedo volvió a casa para dar forma a todos sus apuntes. Defendió su tesis en
el Aula Magna de la Facultad de Biología en la Universidad de Guayaquil y
despertó el asombro y sincera admiración del jurado, que le otorgaría el cum
laude por decisión unánime.
Espoleado por semejante éxito, el trabajo se habría de ampliar. De este modo, los viajes se sucedieron. Quiso retroceder en el tiempo, retraerse a los orígenes. Llegar hasta los métodos primitivos y estudiar su relación con la tecnología contemporánea. Probar esas antiguas rutas, conocer sus métodos originales y entender la evolución hasta los más modernos. Toda una historia de métodos se podía encontrar todavía en ciertas escuelas, custodiada por algunos de sus locales como auténticos bibliotecarios.
Las fisuras graníticas yanquis, los agujeros y regletas de las cortas vías del Franken, la caliza del sur de Francia, la arenisca del Peak District y la de Fonten, la roca marciana de los Arapiles en Australia… Los gatos de bota, las primeras suelas de goma cocida españolas. Las escaleras de cuerda, los antiguos tablones de suspensiones y dominadas, el campus…
Algunos años después, volvió a
Rodellar. Muchas cosas eran distintas.
Algunos establecimientos habían
cerrado, otros se habían renovado y otros se resistían al cambio cual
nostálgico franquista. La tienda había sustituido las vasijas y cerámicas por
una decoración moderna y minimalista, como de tienda de ropa techno. Hasta tenía
DJs. El equipamiento de las vías sufría estragos, año tras año, tras el paso de
la marabunta estacional. Las reuniones del Camino, sin ir más lejos, se habían
tenido que reequipar unas cuantas veces ya. Y la guía nueva, como siempre, a
punto de salir. Ahora sí que sí...
En cuanto a las propias vías, dos
hechos curiosos se constataban:
De un lado, auténticas clásicas
habían caído en el olvido. ¿Por qué? Se sospechaba que la causa era la caída de un plus.
No un plus cualquiera, hay que decir. En la mayoría de los casos, se trataba del
más poderoso de los pluses. Ése que obliga a cambiar no sólo la letra, sino
también el número que le acompaña.
Asterisco escuálido, humilde
matizador en apariencia. Pero ese plus es, en realidad, un manipulador, un pequeño
dictador. Ellas seguían siendo las de siempre, con personalidad cuasi-inmutable,
pero ese cabrón se las arreglaba para que esas vías, que habían gozado (o
sufrido, nunca sabremos su opinión) de una vida de promiscuidad, fuesen ahora despreciadas.
De la noche a la mañana. Como si fuese el último líder de opinión en el mainstream, otorgaba y despojaba
popularidad a su antojo. Y el mainstream
no es un camino de rosas precisamente, “hazte la facilona y recibirás toda la
atención, hazte la estrecha con algún pasito raro y será el fin de tu carrera”.
No era un plus cualquiera no, ese hijodeputa era el PLUS ULTRA.
En cambio, otras vías habían
recorrido el camino inverso. Aunque, sorprendentemente, los pluses no tenían
nada que ver. Tenían coartada en este caso. Vías antiguas denostadas durante
años. Desprestigiadas por el rumor y tachadas de “perras” y “putas mierdas” a
la ligera. No quedaba nadie que se molestara en conocerlas. Y es que eso
requería curiosidad, tiempo y falta de prejuicios, bienes muy escasos en esta
época.
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No me quieren ni los bloqueros... |
Pues resulta que ahora alguien había decidido dar una segunda oportunidad a estas marginadas y habían vuelto a la palestra, por la puerta grande. Cenicientas vestidas con harapos de musgo, telarañas y hierbas se presentaban ahora al baile, cepilladas, maquilladas de magnesio y enjoyadas de relucientes cintas exprés de los pies a la cabeza. Y doy fe de que se hacían colas para bailar con ellas.
Pero, ¿qué pasaba con estas últimas? ¿La sociedad renegaba del mainstream y buscaba ahora experiencias más profundas en el underground? ¿Volvía la moda retro y el underground sería el nuevo mainstream? Lo cierto es que ni el romanticismo ni los jipis habían vuelto. La corriente principal seguía básicamente inalterada y la gran mayoría prefería dejarse llevar plácidamente por ella. Es sólo que faltaba un detalle en toda esta historia. Algo que a primera vista pasaba inadvertido pero que iba a tener una influencia decisiva.
La tecnología había entrado, una vez más, en escena. Para alterarla, por supuesto. Aunque sabido es que los cambios importantes nunca aparcan a la primera. Hay quien los asimila rápido como si los llevara esperando largo tiempo y quien los rehúye como si fueran virus que atacaran a su propia esencia.
Pues bien, casi todo el mundo
llevaba ahora unas rodilleras muy sofisticadas. Eran ya pocos los que mantenían
las viejas de neopreno. Las nuevas llevaban goma cocida, como los pies de gato.
Algunas eran caseras pero abundaban ya
las comerciales, que casi valían tanto como los propios gatos. Cuando Darwin las
vio pensó que no se necesitaban semejantes talabartes para meter rodillas, pero
ahí salió su alma científica a pedir paciencia. Así que mantuvo la calma y
esperó a confirmarlo en el sector. E hizo bien.
Cuando anocheció no quiso
entretenerse en el habitual cerveceo pre-cena y se fue directo a su furgoneta. ¡Adónde
vas con tanta prisa!, le espetó un parroquiano. Y es que uno no puede saltarse
la liturgia de manera gratuita. Pero Darwin ni siquiera le oyó, la cabeza le
iba a mil por hora.
¡¡INCREÍBLE!!, escribió. ¡EL NÚMERO DE RODILLAS POR VÍA, EN PROMEDIO,
SE HA MULTIPLICADO POR TRES! Ya no sólo se aprovechan las chorreras grandes y
evidentes. Ahora hay gente capaz de utilizar cualquier pequeño resalte como
apoyo para el muslo. Techos planos, esquinas, pequeñas chorreras, tacos del
tamaño de un vaso de chupito, picos puntiagudos como pirámides... Las rodillas
han seguido evolucionando en este entorno y son ahora aún más eficaces. Aprovechan
nuevas formas antes impensables. Hay un salto cualitativo tal que, no tengo la
menor duda en afirmar que estamos ante una SEGUNDA GENERACIÓN DE RODILLAS.
¿Pero qué permitía esto? ¿Tenía algo de especial esta roca en cuyo seno
un método saltaba otro escalón evolutivo? ¿Qué hacía que la primera generación
de rodillas se hubiese quedado obsoleta y ya no pudiese competir con la nueva
mutación? ¿Qué papel había jugado la tecnología?
El surgimiento de esta segunda generación demuestra que la primera no
había conseguido explotar la complejidad de la roca en su totalidad. Un nuevo
nivel de profundidad se ha descubierto. La geometría clásica se va por el
retrete, al mismo tiempo que emerge la geometría fractal para exigir el lugar
que siempre le perteneció.
Miramos la roca más de cerca, más profundamente, y nuevas formas
utilizables aparecen. Formas dentro de otras formas. Pero… ¿por qué no las
habíamos visto antes?
Caicedo, a quien le gustaba
ponerse lacasito de vez en cuando, estaba
gozando tanto con estos pensamientos que le entró el picorsito y decidió doblar la apuesta. Guardaba un pequeño bote con
un gazpacho especial que, con cierta regularidad, solía preparar su colega el
Indio con peyote. Lo sacó del fondo de la nevera y, sin echarlo
siquiera a un vaso, se lo bebió de un trago. “To pa dentro”, murmuró.
Las cosas se esclarecen. Resulta que todas esas marginales vías a
bloque han sido revisitadas. Quién sabe si por casualidad o con claras
intenciones. Y ahora se las mira con otros ojos. U otras gafas. Unas gafas de
segunda generación que permiten ver formas nuevas, nueva información útil, dimensiones
fractálicas. NUEVOS MÉTODOS, JODER. Ya no son tan estrechas como sugería el
plus ultra…
El hada madrina aparecía acto seguido y, con su varita
mágica, adecentaba el atractivo visual de la vía. Donde estén esas cinticas puestas...
Es pura cosmética, pero la estética nunca fue un algo secundario.
Reflexionando, esta segunda generación de rodillas se podría utilizar
más allá de zonas con chorreras. Había un montón de escuelas cuyas vías seguro admitirían
una revisión de sus métodos. Escuelas con rocas lo suficientemente complejas.
Le entraron sudores fríos ¿Cómo afectaría esto al grado? ¿Habría que revisarlo también? ¿¡Significaría ver escuelas enteras reconvertidas!?
Le entraron sudores fríos ¿Cómo afectaría esto al grado? ¿Habría que revisarlo también? ¿¡Significaría ver escuelas enteras reconvertidas!?
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Y cuando ya ni te acordabas... |
Fue en esos momentos, que le
debió subir un grumo de mescalina al cerebro, las puertas de la percepción
se le abrieron de par en par y le sobrevino una REVELACIÓN.
En medio de una densa nebulosa
mental, entró en un estado de éxtasis en donde una “presencia a mi espalda que
me resultaba extrañamente familiar” (así lo describiría al día siguiente) lo
empujó a recitar a viva voz, en el templo que ahora era su furgoneta:
¡Oh inmisericorde Dios sa-GRADO!Eres único y ubicuo, el idolatrado.Tus discípulos te adorany te temen por igual.Cualquier sacrificio será nimio con tal sólo de abrazarteMientras, algunos pobres ilusos presumen de ignorartepero sabes, ¡oh en tu omnisciencia!,que sólo a ti te pertenece lo más alto,eres la mismísima esenciaEscaladores recibirán tu bautismoy entoncesacabarán postrándose a tus pies.Sólo tú podrás marcarles el camino…La primera GUERRA SANTA acaecerá, pues ha llegado a mis oídos que otros, ¡oh sa-GRADO!, quieren cambiar tu nombre. Se dispondrán CRUZADAS para defender tu UNICIDAD. La calma tensa finalmente habrá de quebrarse.Todas las escuelas contemplarán LA REVISIÓN DE SU FE, tal y como tú dictas. Es sólo cuestión de tiempo. Tiempo de sangre y sufrimiento el que se avecina.Y un grupo muy particular de escaladores deberá actuar. Los coleccionistas propagarán la palabra del profeta creador del nuevo método. Esparcirán tu evangelio por todos los rincones.Y dentro de este grupo, de entre su flor y nata, serán nombrados tus apóstoles. Especialistas de todo. Una élite capaz de visionar métodos más allá de su ambiente originarioY tú, ¡oh sa-GRADO!, les concederás el poder de obrar milagros sobre la roca. E iluminarán al pueblo con la luz de estos nuevos métodos, palabra del profeta.Y entonces ¡oh sa-GRADO!, bajo tu especial protección, los apóstoles rastreadores de métodos tallarán sobre la roca tu ÚNICO y VERDADERO NOMBRE.PARA SIEMPRE…
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-¡Los nuevos métodos, palabra del profeta, hablan de 7c+! -¡Blasfemia!¡Esto ha sido 8a toda la puta vida! |
Y de repente calló, sintiendo
como si le taparan la boca. Perdió la poca consciencia que le quedaba y no
tardó en quedarse fulminantemente dormido. Estaba agotado. Vacío.
A la mañana siguiente tuvo que
dar algunas explicaciones a sus vecinos de parking acerca del sobresalto que
les había propiciado a las tres de la mañana. Cuando se le pasaron los dolores
de cabeza, volvió con entusiasmo a su cuaderno de notas. Allí aparecieron estos
versos, a duras penas inteligibles, los cuales, aunque de ello no guardaba
recuerdo, había acabado transcribiendo.
Quizá con algunos posos de
mescalina todavía en su cerebro, escribió bajo ellos:
Los coleccionistas, esos que deambulan entre escuelas de muy distintos
requerimientos y van pregonando los métodos que recogieron de unos y otros
lares. Ellos no son otra cosa que el eslabón que favorece las interacciones de
métodos sobre distintas rocas, o de las diferentes especies de métodos entre sí.
Los rastreadores son los más lúcidos de los coleccionistas. Cazadores-recolectores.
Sobre la propia vía prueban y descartan, a la velocidad del rayo, decenas de
métodos aprendidos en otros tiempos y lugares. Son capaces de fusionarlos
incluso, dando lugar, a veces, a criaturas mitológicas. Ellos encontrarán las
nuevas soluciones. Éstas perdurarán hasta que otro rastreador se presente y,
del fondo de su saco del repertorio, recupere (o quizás cree) otro nuevo método,
aún más eficiente.
Lo que, en principio, debiera ser una buena nueva (el descubrimiento de
un método más eficiente) puede tener consecuencias funestas, pues está en
relación directa con, ¡oh sí!, el sa-GRADO. Así que si la vía aún no está
encadenada (ni cotada), la buena nueva será celebrada con actos festivos. De lo
contrario, si la vía ya está encadenada (y cotada), el rastreador advenedizo deberá
prepararse para ser recibido por los estremecedores tambores de la GUERRA
SANTA.
Al respecto, le llegaron a Darwin
rumores de otro siniestro tipo de equipamiento que le recordó al de los
tallados ad hoc (ver parte II).
Parece que, en ocasiones, se estaban rompiendo las presas que no fueron utilizadas
por el primer ascensionista, limitando todos los potenciales métodos a un
pequeño conjunto entorno al original. ¡A tomar por culo la riqueza a golpe de
maza! Se simplificaba la roca, de nuevo, esta vez de forma más “natural” que en
los tallados ad hoc, aunque de similar nivel ético. Como es lógico, este
comportamiento suscitaba un tremendo enfado en los rastreadores pretendientes. Esto
no tenía que ver con tapar un reposo o un cazo para incrementar la dificultad (lo
cual requeriría una discusión aparte). Esto tenía que ver con la intención de
mantener la dificultad que le había supuesto al primer encadenador a costa de
limitar los métodos potenciales de otros escaladores de distinta morfología. Dificultad artificial ad hominem.
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