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ASESINAR AL ÁGORER (2ª parte)

...Tras ese crudo invierno, y ante la dejadez institucional, se decide, en una asamblea nacional, crear una comisión independiente para neutralizar los devastadores efectos del Ágorer. A esas alturas, aunque se tienen métodos altamente fiables para su identificación, poco o nada se sabe acerca de cómo inmunizarse ante él. La gran mayoría de escaladores admite haber intentado abatir a conocidos y/o a colegas “alguna que otra vez”.

La Comisión no sólo la componen diversos científicos sino también grandes héroes y leyendas de la escena, todos ellos mayormente alejados de los medios de comunicación.
Había: dos maestros multiejecutadores (uno de los cuales había dedicado 12 años a encadenar dos proyectos en el mismo sector y se encontraba ahora probando el combo); una pareja de neojipis fuertemente desvinculados de la resina y de la ducha; cuatro plafoneros fuertemente desvinculados de la roca y de la parte inferior de su cuerpo; una chica joven, con diagnóstico de autismo agudo, que sólo hablaba de temas relacionados con la escalada (era capaz de recitar de memoria, de izquierda a derecha y por sectores, los nombres y grados de las vías de más de 70 escuelas nacionales e internacionales); una mujer que siempre iba flutan (decía no haber conocido el pozo más que por las historias que le contaban); otro tipo que en los últimos 8 años sólo había descansado una media de 1 día de cada 15 (“normalmente aprovecho ese día para equipar”, como el mismo reconoció) y, por último, una meditadora del movimiento perpetuo que priorizaba el gozar y el probar por encima del encadenar.

En la primera reunión de la Comisión se llega a un consenso acerca de la naturaleza del Ágorer. Se descarta que los Ágorer sean una subespecie dentro de la especie humana y se especula con que sea más bien un organismo de tipo parasitario que anidaría en el cerebro y haría actuar al individuo de la manera observada. Este organismo bien podría ser una mutación de otro ya conocido, que ya lleva tiempo bajo investigación, que se ha observado en otros ámbitos de la vida social y al que se denomina Mal-Augur. Se responsabilizó al Mal-Augur de desalentar opositores, emprendedores y un sinfín de ilusiones personales a medio y largo plazo. 

Por otro lado, la probabilidad de contagio parece ser elevada a partir del mes de contacto con individuos afectados.

Se observa que existe una parte minoritaria de individuos a los que  el Ágorer afecta de manera ligeramente diferente. Provoca, en estos, una curiosa variación de los síntomas originales a la que se acuerda en llamar AAg (de Auto-Ágorer). En ella, es el propio individuo el que se desanima a sí mismo, llegando, en casos extremos, al autoinsulto ("¡Soy un inútil!") y la autoviolencia (puñetazos y puntapiés contra la roca). Dicho individuo infravalora sus propios encadenamientos, de los que nunca se alegra y sobre los que ironiza de manera cínica, afirmando que son de un nivel muy inferior al que debiera corresponder a sus voluminosos entrenos. 

Finalmente, se acuerda poner toda la leña en el asador e incorporarse a una lucha transversal que ya se ha iniciado en otros ámbitos con el Mal-Augur. Al mismo tiempo y de manera independiente, se establecen una serie de acciones  radicales para atajar el problema que se enumerarán y detallarán en lo que se decidió en llamar el MANIFIESTO ASESINAR AL ÁGORER.


En un principio, parece que nadie está a salvo del parásito pero el azar interviene y un extraño episodio llega a oídos de la Comisión. Rápidamente se ocultan los hechos a la opinión pública y se interroga a todos los testigos. A continuación un extracto de los documentos, actualmente desclasificados. Habla uno de los testigos:

Rodellar. Agosto de xxx4, 40ºC a la sombra…
Sobre las 17:30 me dispuse a dar un pegue a mi proyecto y reparé en que, al mismo tiempo, un escalador comenzaba a montar la vía de al lado, una clásica de 40m, de las que más ascensiones tiene en el 8anu. La mitad la tienen de soft o directamente decotada pero en la guía todavía está de 8a. Yo empecé subiendo rápido por mi proyecto, pues los primeros metros son intensos y hay que petarse lo menos posible. Me metí en el reposo de rodilla de mitad de vía (a unos 20m) un buen rato para salir lo más fresco posible. No sé, serían 20 minutos o así, desde que empecé la vía hasta que dejé el reposo. Al salir miré para abajo para colocar un pie y, de fondo, vi que el escalador de al lado estaba colgado de la cuerda en la segunda chapa. Me llamó la atención que estuviese todavía ahí pero me concentré en el bloque que me venía y me olvidé del asunto. Me caí un poco más arriba y estuve probando la sección un poquito, subí luego hasta la R y ya bajé. Aún estaría un buen rato porque la vía es muy larga. Mi colega me descolgaba mientras iba memorizando unos pies nuevos cuando me percaté que el tipo aún no había pasado de la cuarta chapa. Parecía atascado y su compañero le estaba atando una caña para que la subiera por la cuerda. Parecía confuso y le decía a su compañero que no entendía nada. Me quité los gatos, me cogí un plátano y me tumbé, curioso, a ver la acción.
El tío se chapa la siguiente con la caña, pide que le bajen y se intenta probar la secuencia como puede. Desploma bastante y no es capaz de encaramarse bien a la chorrera para que le destensen la cuerda. Está un rato. No se mueve. Hace clecas a todo relieve que ve. Forcejea. El compañero le aconseja que pruebe un par de métodos que se le ocurren. No le valen. Sube renegando por la cuerda y vuelve a colgarse de la quinta chapa. Repite la jugada con la caña y se chapa la sexta. Otro ratete largo. Mira a izquierda, mira a derecha.
 
- “No se ve mucha cosa!”
Pues allí son todo cazos, pensé.
- “Bueno que sigo, ya me lo miraré en el siguiente pegue”
 
Luego me entretuve con el wassap un rato largo y cuando volví a mirar estaba todavía a 10 metros de la R. En la sección obligada. El tío lleva una sudada de la ostia y el arnés por los tobillos. Su asegurador hace rato que no habla. Está absorto, como mirando al infinito a través de la roca. De vez en cuando levanta una pierna u otra, como para que le circule la sangre. Desde arriba, se escucha decir al otro que la caña no llega, que hay un aleje de la ostia, no se qué de hijosdeputa, que si mal equipamiento, que si esto es deportiva, no clásica, que si debe haber algo que no está viendo, que si al llover las clecas se han debido de borrar... Pero bueno, que de todas formas no debe ser muy difícil, que lo duro tiene que ser la parte de abajo, que vio un vídeo de un guiri y arriba se veía ya fácil. [Sonreí malévolamente cuando recordé la cantidad de veces que caí en la parte superior cuando la probaba]. Total que deja la caña enganchada en la chapa anterior y empieza a escalar en libre de nuevo.
Con la chapa a medio metro de los pies:
- Al loro, al loro!
PUUUM!! Zambombazo. 10m pa abajo.
- Pero no me lleves tan suelto, cabrón!!
No hay respuesta. Gusanea con esfuerzo. 5 minutos largos de reposo.
 
- Que vuelvo!
Forcejea pero progresa.
- Umff! Saggg! Grrrrr!!
- Uyuyuy, se oye al otro lado de los matorrales.
 
Me fijo en que la comba toca suelo. Sonrío y miro para arriba.
Bloquea con derecha. Monta pierna izquierda. Le entra la motoreta. Baja la pierna. Retrocede. Culo pa afuera. Rebaña mano derecha. Vuelve a rebañar…

- No pueeedo!, dice con temblor en la voz, y como esperando un grito de ánimo desde abajo que no acaba de llegar.

El temblor se contagia a todo el cuerpo. Mira pa arriba. Mira pa abajo. La chapa a dos metros. Los codos se le empiezan a separar del cuerpo como si esto no fuera de su responsabilidad y...

- ME VOYYYYYY….
PIMMMMMBBAAA!! ZAMBOMBAZO. Mucho peor que el anterior.
- Joder que me he bajao media vía!! Mecagüenlaputa, que te he dicho que no me llevases tan suelto!!
Se percibe odio en el tono
 
- Joder!, que si no, te comías la caña!! Te bajo?
- No, no, que gusaneo.
La cosa se pone tensa:
- Ala no me jodas que llevo el riñón reventao y me estoy meando!
- Pues no haberme dao tanta comba!
- [Murmullos y juramentos ininteligibles]

Con ‘algo’ de fatiga acumulada el gusaneo avanza lento. La cuerda extrafina, de 9.1mm, no ayuda. Miro el reloj. Llevo una hora de descanso. Decido que voy a dar otro pegue, dejo a la pareja y me concentro en lo mío.
Subo hasta el reposo de la mitad, le meto al bloque de después y vuelvo a pringar. Pa abajo digo. Estoy cansao. Miro a mi derecha y veo que el tío está llegando a la R en ese momento. Madre mía, pienso. Pero cuánto le ha costao?

Mientras me siento y me desato los gatos veo como el colega lo descuelga a toda ostia. Tanto que el escalador se asusta y le dice, “tranquiiii, relaja un poco!”, “cuidao con las ramas abajo”. Cuando llega a su altura no hablan. El recién bajado chorrea de sudor, el asegurador anda con una leve cojera. 

[INCISO: Se describe hasta aquí una situación con la que más de uno estará ya familiarizado. Sin embargo, lo verdaderamente singular, lo que llamó la atención de la Comisión fueron las siguientes líneas]
 
Al cabo de dos minutos de llegar a tierra y reflexionar en silencio, el escalador le espeta al asegurador:
Esto seguro que tiene un huevo de trucos y reposos sin manos. Esta noche pregunto en el camping...
No hay reacción aparente en el asegurador, más bien indiferencia.

Cinco minutos después, el escalador reinicia el monólogo:
- Tampoco es tan dura, los bloques medio me han salido ya...
Ahora sí, la cara del asegurador se empieza a desencajar pero el tío se mantiene en silencio con un autocontrol digno del Dalai Lama.

Diez minutos más tarde y con una sonrisa en la cara:
- La movida es acostumbrase a este estilo, yo creo que puede salir en este viaje........
Entonces ya es cuando el asegurador, visiblemente nervioso, comienza a mirar a todo el que tiene alrededor, buscando alguna cara cómplice que le confirme que no está loco, que no está solo en esto, que alguna conexión en el cerebro de su compañero ha...
 
No se observaba semejante subidón de euforia desde que el Ágorer se había vuelto tan virulento. La Comisión logró localizar al escalador tras varias semanas de indagaciones.
Se hicieron pruebas de laboratorio intentando desanimar al sujeto pero nada se conseguía. Aunque a veces parecía venirse abajo, recuperaba la motivación pasados 10 minutos. A partir de los 20 parecía que la motivación incluso se reforzaba. Se estudió, después, fuera del ámbito de la escalada. El sujeto era expuesto a una fuerte concentración de Mal-Augures que le tiraban por tierra todas sus ilusiones. Media hora después, resurgía con más ganas que nunca e, incluso, con otras ilusiones nuevas.

Tras meses de estudio, se concluyó que el individuo tenía una pequeña mutación en la hormona que regula el optimismo. El Genetista-Jefe de esta investigación lo describió llanamente: "No es que la hormona del optimismo le trabaje rápido, es que le funciona A PIJO SACAO". Y de ahí tomó el nombre (mutación APS). Está anomalía conseguía que la mente, al procesar la información entrante, desestimase todo lo que no fuese en puro beneficio de sus objetivos a medio y largo plazo. 
Se derivaban dos consecuencias inmediatas en la vida del sujeto (en lo que a la escalada se refiere). A saber:
a) Inmunidad total ante los ataques Ágorer;

aunque, lamentablemente, se presentaba también un aspecto negativo,
b) Establecimiento de objetivos totalmente fuera del alcance, es decir, FLIPARSE DE MÁS.

Se descubrió que la recién conocida mutación se encuentra en menos del 1% de la población. Por tanto, hasta que los genes por encargo no fuesen una realidad asequible, poco se podía hacer por este camino. Además, aunque algunos de los mayores avances de nuestra historia podían estar relacionados con esta mutación, no parecía que un nivel exagerado de optimismo fuera siempre beneficioso para el individuo. 
Se intuía, más bien, que era necesario un nivel de optimismo tal que lograse equilibrar las fuerzas desalentadoras del Ágorer. De esta forma, si dicho nivel se quedaba significativamente por debajo de la fuerza Ágorer, éste acabaría, tarde o temprano, por tumbar sus motivaciones. Y si, por el contrario, su optimismo sobrepasaba de manera evidente a la fuerza Ágorer, el escalador podría llegar a establecerse objetivos nivel sharmático. Con todo lo que esto conlleva, ¡los vídeos de escalada se podían convertir en una peligrosa arma! (Se oían rumores de un murciano que intentó emular un entreno de Tomoa Narasaki en un psicobloc de Cartagena, conocido como La Algameca, y la cosa acabó con una mezcla de dolor, risas y servicios de rescate...)


Volviendo al asunto, ¿habría alguna manera de elevar el optimismo en ese 99%, que carecía de la APS, para contarrestar al ataque Ágorer? Tras diversas investigaciones, se consiguió, mediante una técnica derivada del psicoanálisis, los entrenamientos mentales y la meditación, regular o gestionar esa información entrante desalentadora. Se crearon centros oficiales de aprendizaje de dicha técnica, similares a los centros de yoga. Su lema era "Flípate con moderación". Tuvieron bastante éxito, se produjo una gran retroalimentación entre escaladores, casi un contagio, y el optimismo se propagó de nuevo, volviendo a niveles similares a los previos al descontrol Ágorer. 

Felizmente, se retornó a una situación general de equilibrio y así, se dio fin a uno de los capítulos más oscuros en la historia de la escalada moderna.

Nota del autor:

Voluntariamente, se han omitido las fechas exactas del episodio aquí descrito. Si me he decidido a rememorar y contar aquellos duros momentos no ha sido para señalar a una época o a unas personas concretas. La situación en la actualidad permanece estabilizada, pero no hay motivo para la celebración. El paso del tiempo ha desgastado la concienciación sobre los peligros potenciales del Ágorer y, salvo unas pocas excepciones, a los escaladores les cuesta situar su motivación en esa delgada línea que separa el optimismo del subidón de mortadela. Sirva este relato, pues, para tener una visión más esclarecedora de la historia, y espero que, también, para adquirir la responsabilidad de no volver a cometer los mismos errores…



PRÓXIMAMENTE: SOBRE EL MOVIMIENTO, CON EILLEEN JUBES

Comentarios

pexoxe ha dicho que…
Heredero literario del gran Javier Arnaudas
Chambo ha dicho que…
Uno de mis referentes, sin duda